Puede parecer una pavada, pero en Villa La Angostura esto es religión: al peatón se lo respeta sí o sí. Si alguien está por cruzar, se frena. Sin preguntas.

No es una opción. Es una regla no escrita pero profundamente respetada. Y cuando alguien no lo hace, se nota enseguida que es visitante. Porque los locales lo tienen incorporado como parte de su forma de vivir.

Y lo mejor: no hace falta que el peatón corra. Puede cruzar tranquilo, saludando, incluso agradeciendo con un gesto. Porque la prioridad es caminar sin miedo. Así de simple.