Subirse a un velero en el Nahuel Huapi es otra historia. Apenas zarpamos con Patagonia Roots, el cuerpo baja una marcha. El sonido del motor se apaga, el viento toma el mando y de golpe todo es silencio. Pero no el silencio aburrido: el bueno. Ese que se escucha.

La navegación dura unas 2 horas (en invierno), y pasa por bahías que ni siquiera sabías que existían. A veces con vino, a veces con té, a veces con tabla de ahumados y pintura. Pero siempre con esa sensación de estar en el lugar exacto donde tenés que estar.

"No sabíamos que el silencio podía tener sonido. Hasta que el velero se alineó con el viento y nos callamos todos sin querer."